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Sólo un 10% de los casos de depresión en nuestro país llega al psiquiatra.

2008-01-10

Los expertos abogan medidas para su correcto tratamiento, tales como acudir al especialista adecuado.
Ser mujer, vivir sin pareja, estar en paro o vivir en grandes ciudades, son algunos de los elementos que configuran el perfil de los sujetos que padecen depresión.
De todos los ingresos hospitalarios por trastornos mentales, se estima que, aproximadamente, una quinta parte está causada por depresión.
En nuestro país cualquier persona tiene entre el 15% y el 20% de posibilidades de sufrir depresión a lo largo de su vida.

Madrid, 10 de enero de 2008.- En nuestro país la prevalencia de personas que padecen depresión se sitúa en torno al 5% y la prevalencia-vida, es decir, la posibilidad de que un sujeto padezca una depresión a lo largo de su vida, sobre un promedio de 70 años, es del 15-20%. Sólo un 10% de estos casos llega al psiquiatra y el resto de afectados acuden al médico general, a otros especialistas o no visitan a ningún médico.
 
Por otro lado, el perfil de los enfermos que padecen depresión es común en todos los países europeos, de manera que, estos trastornos afectan más a las mujeres, su incidencia aumenta con la edad, siendo las edades más proclives las comprendidas entre los 18 y 44 años, y hechos sociales como vivir sin pareja, estar en paro, ser jubilado o estar de baja y vivir en grandes ciudades se apuntan como los principales factores de riesgo.
 
Unos datos a tener en cuenta son los que maneja la OMS, que señalan que un 15% de las personas que sufren depresión grave se suicidan, y un 56% intentan acabar con su vida. De todos los ingresos hospitalarios por trastornos mentales, se estima que, aproximadamente, una quinta parte está causada por depresión.
 
En la actualidad la depresión es la cuarta causa de discapacidad mundial entre todas las enfermedades y se estima que en 2020 será la segunda. En Europa la depresión aparece en varios estudios como la primera causa de discapacidad, por delante de enfermedades como la cardiopatía isquémica, la artritis, el asma o la diabetes, sin embargo el porcentaje de tratamiento correcto no llega a un tercio de los afectados.
 
Según la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM), las razones por lo que se da esta situación son varias y complejas, pero probablemente uno de los factores fundamentales es el estigma asociado a este tipo de enfermedad que tienen como consecuencia una menor inversión de recursos en su asistencia en proporción a la carga que originan. Las personas con enfermedad mental crónica sufren, además de las discapacidades y dificultades de integración derivadas directamente de la enfermedad, las consecuencias del prejuicio social.
 
La actitud negativa hacia las personas que padecen un trastorno mental se puede encontrar en todos los niveles de la sociedad y afecta a aquellos que los padecen, a sus familiares, a los profesionales que los atienden, al sistema sanitario general y globalmente a toda la sociedad.
 
Ante esta situación se están produciendo reacciones cada vez más globales, como la ya referida de la Organización Mundial de la Salud; asimismo en el 2005 en Helsinki se celebró una conferencia de Ministros de Sanidad de la Unión Europea, en la que se acordó elevar el porcentaje de gasto sanitario dedicado a la Salud Mental, de tal forma que pasará del 4% al 10% para el año 2010, así como la posterior elaboración de un Libro Verde sobre promoción de la Salud Mental en la población. En nuestro país, el Ministerio de Sanidad y Consumo ha publicado la “Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud” y distintas comunidades autónomas han desarrollado planes de Salud Mental en su zona de competencia.
 
Si atendemos a las manifestaciones clínicas de la depresión, encontramos que pueden estructurarse en cinco grandes áreas:
 
  1. Afectividad: tristeza, apatía, ansiedad, irritabilidad, melancolía y anestesia afectiva
  2. Pensamiento-cognición: enlentecimiento, monotemático, negativo, pérdida de autoestima, desesperanza, deas de culpa e hipocondría y déficit de concentración-atención e ideas de suicidio
  3. Conducta: abandono personal, hipotonía general, inhibición/agitación, aislamiento, llanto e intentos de suicidio
  4. Ritmos biológicos: inicio en primavera-verano, mejoría vespertina y despertar precoz
  5. Síntomas somáticos: anorexia, pérdida de peso, insomnio/hipersomnia, trastornos digestivos, estreñimiento, astenia y disfunciones sexuales
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